fbpx

El ocaso de los valores y la lealtad en tiempos de lo efímero

Columna: Hugo Gómez Terrazas
Vivimos en una era donde lo inmediato domina. En nuestras manos, un dispositivo que promete acercarnos al mundo nos aleja de los principios fundamentales que alguna vez construyeron nuestras sociedades. La lealtad, ese vínculo profundo y duradero, ha sido relegada por la búsqueda de gratificaciones instantáneas, y los valores, en muchos casos, se han convertido en conceptos desechables que cambian según la conveniencia del momento.

Las nuevas generaciones, bombardeadas por una cultura de lo desechable, prefieren lo fácil, lo rápido, lo que exige menos compromiso. Relaciones, trabajos y hasta sueños se desmoronan al primer obstáculo. La lucha por lo constante y duradero se ve como una pérdida de tiempo en un mundo donde todo parece sustituible. ¿Por qué invertir en algo que necesita esfuerzo si siempre hay una nueva opción a un clic de distancia?

La lealtad no es solo una cuestión de fidelidad hacia los demás; es también un compromiso con uno mismo, con nuestros principios y aspiraciones. Sin embargo, la inmediatez nos ha vuelto impacientes, incapaces de esperar y valorar lo que requiere tiempo y dedicación. El “para siempre” se ha convertido en un concepto anticuado frente a un “ahora” que domina nuestra forma de pensar y actuar.

En este contexto, valores como la honestidad, la perseverancia y el respeto se ven debilitados. La ética se diluye en un océano de justificaciones, y la autenticidad se sacrifica por la aprobación efímera de las redes sociales. La búsqueda de likes ha reemplazado a la búsqueda de propósito, y la necesidad de pertenencia ha dado paso a relaciones superficiales que rara vez soportan las pruebas del tiempo.

No obstante, no todo está perdido. Aunque vivimos inmersos en esta cultura de lo fugaz, aún hay quienes luchan por lo constante, por lo que trasciende. Es ahí donde recae nuestra responsabilidad: en enseñar y aprender que las cosas valiosas no llegan rápido ni fácil. Requieren paciencia, compromiso y, sobre todo, lealtad. Lealtad a nuestros sueños, a nuestras relaciones y a los principios que nos definen como seres humanos.

Es hora de recuperar la visión a largo plazo, de entender que el verdadero éxito no se mide en likes ni en logros inmediatos, sino en la capacidad de construir algo que perdure. El reto es grande, pero el cambio comienza en cada uno de nosotros. Elegir lo constante sobre lo efímero no solo redefine nuestras vidas, sino que también nos permite dejar un legado que inspire a las generaciones venideras.

La falta de valores y la inclinación por lo efímero tienen consecuencias tangibles en nuestra sociedad. Según un estudio de la American Psychological Association (2023), el 74% de las personas entre 18 y 34 años reconoce sentirse insatisfecha con sus relaciones personales debido a la superficialidad de los vínculos. Además, un informe de la consultora McKinsey señala que el 63% de los jóvenes abandona proyectos o trabajos en el primer año porque no encuentran gratificación inmediata. Estos datos reflejan una peligrosa tendencia: hemos cambiado la búsqueda de lo significativo por la persecución de lo instantáneo.

Si queremos construir una sociedad sólida y con propósito, debemos revalorar los principios que nos conectan y comprometen, como la lealtad y la perseverancia. Es tiempo de demostrar que lo que realmente tiene valor no se obtiene al instante, sino que se cultiva con esfuerzo y paciencia. Elegir lo duradero sobre lo fugaz no solo redefine nuestras prioridades, sino que nos brinda estabilidad y propósito en un mundo que parece cada vez más incierto. El cambio está en nuestras manos: volvamos a darle sentido a lo que realmente importa.