
El ámbar es altamente apreciado en todo el mundo, tanto como joya como recipiente para restos prehistóricos. Los ejemplares más raros de ámbar conservan elementos como agua antigua, burbujas de aire, plantas, insectos e incluso aves. Usualmente, el ámbar se forma a lo largo de millones de años, cuando la resina de los árboles se fosiliza. Sin embargo, un grupo de paleontólogos ha logrado acelerar este proceso y crear fósiles similares al ámbar a partir de resina de pino en tan solo 24 horas.
Esta novedosa técnica podría ser clave para entender la bioquímica del ámbar durante su formación, un proceso que de otro modo permanecería oculto en la prehistoria. Los resultados de este experimento de fosilización rápida fueron publicados el lunes en la revista Scientific Reports. La técnica utilizada se compara a la preparación de una comida en una olla a presión. Según Evan Saitta, investigador asociado del Museo Field de Chicago y uno de los coautores del artículo, el proceso es similar a usar una «olla instantánea» para simular la fosilización.
La investigación comenzó con resina de pino obtenida del Jardín Botánico de Chicago. Junto con Thomas Kaye, paleontólogo independiente, Saitta colocó discos de sedimento de media pulgada, que contenían resina incrustada, en un dispositivo diseñado por Kaye. Este aparato, construido con un compresor de pastillas, botes de aire y otras piezas recicladas, permitió calentar y presurizar las muestras, simulando la diagénesis, el proceso físico y químico necesario para que el sedimento se convierta en roca.
“La diagénesis es el último obstáculo para la fosilización”, señaló Saitta. El objetivo era recrear este proceso, que es crucial para la formación de fósiles. Aunque algunas muestras resultaron imperfectas, otras lograron reflejar propiedades típicas del ámbar, como una coloración oscura, líneas de fractura, deshidratación y mayor brillo. Al revisar los resultados, los investigadores notaron que habían comenzado con una especie equivocada de pino.
El ámbar más comúnmente estudiado por los paleontólogos proviene de los árboles del género Sciadopitys, cuyo único pariente vivo es el pino piñonero japonés. Maria McNamara, paleontóloga del University College Cork en Irlanda, que no participó en el estudio, sugirió que futuros experimentos deberían incluir otros tipos de plantas para obtener más variedad de resinas.
McNamara también destacó la importancia de realizar un análisis químico del ámbar acelerado para determinar en qué medida se asemeja al ámbar natural. “Lo que realmente queremos saber es qué resinas se polimerizan más rápidamente”, afirmó. Además, resaltó que aún falta una caracterización química adecuada de la resina para hacer una comparación detallada con el ámbar real.
A pesar de las limitaciones del estudio, McNamara subrayó que la fosilización simulada es un área de investigación clave. Algunos paleontólogos ya han recreado la descomposición de huesos y tejidos para estudiar los efectos microbianos. En su propio laboratorio, los investigadores han “madurado térmicamente” especímenes para explorar la preservación de moléculas biológicas bajo calor. Sin estas simulaciones, agregó, los científicos solo pueden confiar en el registro fósil, y los experimentos permiten separar la realidad de la ficción, ayudando a entender mejor cómo se forman y conservan los fósiles.